Pintor de sombras (VIII)

En el estudio del Cavalier d’Arpino conocerá a los personajes más influyentes de Roma, pero no tardará mucho, no creas, en marcharse de allí.

Que el joven caballero le tenía encargada la pintura de las flores y las guirnaldas de sus frescos. Y Michelangelo quería pintar la vida. Esa que transcurre en las calles. Y hacerlo como a él le diera la gana.

De modo que dejó el estudio.

Iba a reencontrarse con viejos amigos como Lionello Spada.

Iba a malvivir mientras vivía. A pintar su vagabundeo. A devolverle una libertad maltrecha a sus escasos veinte años.

La falta de dinero hace que se encomiende a Valentin, uno de los marchantes de arte que había conocido en sus días junto al Cavalier, y este le aconseja que acepte realizar algún que otro encargo de obras piadosas, que por aquel entonces eran muchos.

Dice que sí, Michelangelo. Toma entre sus manos uno de estos trabajos y en su lugar entrega un Baco… 

Pero Valentin llegará un día para hacerle un ofrecimiento y no lo podrá rechazar. Viene de manos de un cardenal, de un hombre muy rico: Francesco Maria del Monte. Caravaggio lo acepta, acepta pintar una escena piadosa sin decirle a nadie que pintará, pero la que a él le parezca.

Y la que a él le pareció fue la de San Francisco recibiendo los estigmas.

Pintó en el sótano del marchante, deprisa y corriendo, esta obra que le dará la fama. Esta que será la llave que le abrirá todas las puertas en Roma.

Esta que marcará el comienzo del Barroco en el arte.

Caravaggio, "Baco"
Caravaggio, Baco (hacia 1596 - 1597)
Óleo sobre lienzo
95 x 85 cm
Florencia, Galleria degli Uffizi

Caravaggio, "San Francisco recibiendo los estigmas"
Caravaggio, San Francisco recibiendo los estigmas (hacia 1595)
Óleo sobre lienzo
92,5 x 127,8 cm

Hartford (Connecticut), Wadsworth Atheneum

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